En 1851 Daubrée fue el primero en obtener hidroxiapatita, al hacer pasar vapor de tricloruro de fósforo (PCl3) sobre cal al rojo vivo. Más tarde, en 1983 Brown y Chow fueron capaces de sintetizar hidroxiapatita en su forma monolítica a temperatura ambiente, siguiendo un proceso de cementación mediante hidrólisis.
Este descubrimiento causó una gran expectación. Esta pasta moldeable podía sustituir el tejido óseo, tenía buenas propiedades de dureza, fijación y contacto, abriendo así un abanico de nuevas posibilidades en el ámbito de la medicina.
Desde entonces, muchas investigaciones se han llevado a cabo, hasta el hecho de conseguir desarrollar cementos de fosfatos de calcio inyectables, mucho más sencillos de aplicar, con la posibilidad de re-absorción por parte del hueso humano, con lo que el implante desaparece tras un cierto período de tiempo, en el cual el hueso vuelve a ocupar la zona dañada.
En la actualidad, el fosfato tricálcico alfa es uno de los que más interés está presentando, debido a que en presencia de agua se transforma en una pasta cementante plástica y deformable, y que tras su proceso de hidrólisis deriva en la obtención de una forma monolítica de la hidroxiapatita, un compuesto muy parecido a la fase mineral ósea.
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